Ginebra
24 de septiembre de 2024

Desvinculación de la seguridad y la actuación policial: El papel de las organizaciones comunitarias

A medida que las ciudades se vuelven más complejas, las organizaciones civiles están ocupando los espacios tradicionalmente ocupados por los gobiernos y las fuerzas de seguridad. Estas organizaciones no se limitan a complementar los esfuerzos existentes, sino que están redefiniendo activamente lo que significa la seguridad en las ciudades de hoy.

Personas en motocicletas en el tráfico.

Foto: María Camila Roldán

El 11 de septiembre, el Instituto Edgelands reunió a expertos y representantes de diferentes organizaciones e instituciones de las ciudades de Edgelands (Medellín, Ginebra, Cúcuta, Nairobi y Houston) para nuestro cuarto Diálogo Digital Interurbano . Exploramos cómo se está transformando la seguridad urbana, el papel de los actores no gubernamentales para abordar los desafíos de seguridad física y digital, así como la necesidad de soluciones colaborativas impulsadas por la comunidad.

El debate destacó el papel esencial de las organizaciones sociales en la creación de espacios seguros y la comprensión de las necesidades reales de los diferentes grupos dentro de una ciudad. También planteó diferentes perspectivas sobre el significado de la seguridad, planteando preguntas y posibles soluciones sobre cómo los gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad civil pueden, y deben, colaborar para crear e implementar políticas públicas que tengan un impacto tangible en la seguridad para todos, tanto en los espacios digitales como en los físicos.

Desvincular la seguridad de la actuación policial: un nuevo paradigma

Uno de los principales debates fue la definición de seguridad y protección, y la necesidad de desvincular estos conceptos de la actuación policial. Como señalaron los participantes, la actuación policial ha sido durante mucho tiempo el método por excelencia para mantener el orden. Este enfoque refleja una visión particular de la seguridad que enfatiza la prevención o la respuesta a la delincuencia, una visión a menudo promovida por los gobiernos. Sin embargo, a lo largo de la conversación, los participantes dieron ejemplos de cómo la seguridad va más allá de la actuación policial. El acceso a una educación de calidad, una alimentación saludable, el transporte público y unos espacios públicos bien diseñados son elementos clave para fomentar y mantener la sensación de seguridad en los entornos urbanos.

Los enfoques alternativos de seguridad suelen priorizar la atención y la protección comunitarias por encima de la aplicación de la ley y la vigilancia. Amnistía Internacional es un ejemplo de una organización que desempeña un papel vital en el contexto de Nairobi, proporcionando supervisión y ofreciendo marcos de seguridad alternativos que existen fuera del control gubernamental. En Medellín, Casa de Las Estrategias, una organización centrada en abordar problemas sociales como el desarrollo juvenil y la justicia social, ha implementado una línea directa de emergencia que ofrece apoyo psicosocial a adolescentes en riesgo de violencia. De igual manera, Encode Justice , una organización liderada por jóvenes en Nueva Jersey que promueve políticas de inteligencia artificial centradas en el ser humano, está combatiendo el uso indebido de computadoras portátiles proporcionadas por las escuelas que monitorean a los estudiantes incluso fuera del horario escolar.

Hay una tendencia aquí: las organizaciones están tomando la iniciativa de manera proactiva en disociar la seguridad de la vigilancia policial .

Además, los participantes destacaron que las organizaciones civiles suelen estar mejor preparadas para construir redes de seguridad autosostenibles que operan más allá del marco tradicional , ya que son más conscientes de las necesidades de la ciudadanía y reaccionan con mayor rapidez. Durante las protestas de 2020 en Houston, por ejemplo, surgieron iniciativas de base para proporcionar recursos esenciales a las personas detenidas durante las manifestaciones, como mascarillas COVID y cargadores de teléfono. Con tecnologías de vigilancia que no siempre benefician a la ciudadanía —por ejemplo, con software de reconocimiento facial que perjudica desproporcionadamente a las personas de color—, es crucial incorporar las voces de la ciudadanía para crear un panorama de seguridad más justo y equitativo. Las organizaciones sociales se están encargando de ello.

A medida que las ciudades se digitalizan, los desafíos de la seguridad urbana se expanden al ámbito digital. Por ejemplo, un representante de la Oficina de Ciberestrategia de la Policía Estatal de Ginebra destacó los esfuerzos fundamentales que se están realizando en materia de cooperación internacional para prevenir delitos cibernéticos como el fraude y el robo de identidad, no solo en los espacios digitales tradicionales, sino también en espacios emergentes como el metaverso.

Los participantes enfatizaron que, al igual que la seguridad urbana, la ciberseguridad no se trata solo de frenar la delincuencia, sino también de garantizar que las personas y las comunidades puedan participar en los espacios digitales con libertad, autonomía y privacidad. En estos espacios, también se destacó el papel de las organizaciones que interactúan directamente con las comunidades. Por ejemplo, la Iniciativa Data Futures en Houston trabaja para empoderar a las personas, brindándoles un mayor control sobre sus datos personales y preparándolas para navegar en los espacios digitales con mayor autonomía y seguridad.

Soluciones centradas en la comunidad: generando confianza

En el centro de los temas que exploramos se encontraba la cuestión de la confianza: la confianza entre los ciudadanos y los gobiernos, y la confianza dentro de las comunidades. Por ejemplo, en ciudades donde la vigilancia y la fuerza gubernamentales se utilizan con frecuencia contra los ciudadanos, y donde las tecnologías de vigilancia se implementan sin consulta pública, la relación entre el Estado y sus ciudadanos es muy tensa. De igual manera, en ciudades donde ciertos grupos son estigmatizados y percibidos como una amenaza por otros miembros de la comunidad, la relación entre los ciudadanos puede describirse como una constante desconfianza.

¿Cómo se puede reconstruir esta confianza? Una solución propuesta fue el trabajo de las organizaciones sociales para crear y supervisar la implementación de políticas comunitarias que reflejen las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía, garantizando que las soluciones tecnológicas no superen las salvaguardias sociales.

En ciudades como Nairobi, donde la vigilancia y la fuerza gubernamentales se utilizan con frecuencia contra la ciudadanía, esta confianza está profundamente fracturada. Organizaciones comunitarias como Amnistía Internacional están creando un referente de seguridad que existe al margen del control gubernamental. En Medellín, donde los adolescentes suelen ser criminalizados simplemente por reunirse en público, es necesario brindar espacios seguros a las comunidades. Iniciativas comunitarias como Casa de las Estrategias trabajan para romper el vínculo entre los jóvenes y las organizaciones criminales, demostrando una vez más cómo las organizaciones lideran esfuerzos para construir seguridad desde la base, en lugar de depender de las fuerzas policiales.

En definitiva, ninguna tecnología puede sustituir las soluciones impulsadas por la comunidad. La verdadera seguridad se construye a través de la confianza: entre los ciudadanos y los gobiernos, y dentro de las propias comunidades. Esta debe surgir de la participación activa de todos los actores involucrados en el proceso.

Un nuevo camino para la seguridad urbana

A medida que las organizaciones continúan desafiando el marco policial tradicional y ofrecen modelos alternativos basados en la confianza, la transparencia y la colaboración comunitarias, la disociación entre la seguridad y la policía señala un nuevo camino potencial para la seguridad urbana, uno en el que las organizaciones no cubren las deficiencias, sino que trabajan en conjunto con los gobiernos para mantener la seguridad física y digital. Solo mediante la inteligencia comunitaria podemos garantizar que la seguridad no se centre en el control, sino en fomentar la confianza, la equidad y el cuidado en nuestras ciudades.