Nairobi
9 de julio de 2025

Vigilancia, poder y participación: Reimaginar el contrato social digital en África

Vanessa Gathecha

En las ciudades africanas, el rostro del poder estatal está cambiando. Los gases lacrimógenos y la policía antidisturbios no han desaparecido, pero ahora operan junto a programas informáticos de vigilancia, sistemas de inteligencia artificial y amplias infraestructuras de datos.

Gente en un autobús en Nairobi

En las ciudades africanas, el rostro del poder estatal está cambiando. Los gases lacrimógenos y la policía antidisturbios no han desaparecido, pero ahora operan junto a programas informáticos de vigilancia, sistemas de inteligencia artificial y amplias infraestructuras de datos. Hoy en día, es tan probable que el control se ejerza mediante un algoritmo o una cláusula de intercambio de datos como mediante una porra.

En una reciente mesa redonda organizada por Edgelands Nairobi, dos destacados expertos, Richard Ngamita, cofundador de Thraets, y Grace Mutung'u, investigadora de política digital, analizaron esta evolución. De la represión física a la coerción digital, de la opacidad jurídica a la innovación de base, exploramos cómo se están redefiniendo el poder, la resistencia y la participación en la era digital de África.

Del control de disturbios a la policía predictiva

Las protestas de Kenia contra la Ley de Finanzas de 2024 marcaron un hito, ya que las protestas pacíficas se convirtieron rápidamente en una crisis nacional, en la que los disidentes en línea se enfrentaron a amenazas, secuestros y, en varios casos, ejecuciones extrajudiciales. Muchos temían que el ejercicio de derechos constitucionalmente protegidos, como la protesta y la expresión, se hubiera convertido en una amenaza para la vida.

Richard Ngamita compartió las conclusiones de"Israeli Gas, Kenyan Tears: An Investigation into the Israel-Supplied Riot Control Agents Used in the Kenya Demonstrations", una investigación de Thraets que relaciona las armas antidisturbios importadas con oscuros flujos financieros internacionales, vinculando a los proveedores israelíes con cuentas bancarias locales en Kenia, pintando un sombrío panorama de cadenas de suministro de vigilancia transnacional que refuerzan la represión interna. 

Sin embargo, Kenia no está sola. Desde #EndSARS en Nigeria hasta las movilizaciones masivas en Uganda, Ghana, Senegal y Sudáfrica, los jóvenes africanos políticamente activos, muchos de ellos desempleados o con escasos recursos, están recurriendo a las plataformas digitales para organizarse. Los gobiernos, en respuesta, están invirtiendo en herramientas policiales algorítmicas, contratos de vigilancia y asociaciones de telecomunicaciones que permiten la vigilancia encubierta a escala.

En muchos casos, las empresas de telecomunicaciones se han convertido silenciosamente en facilitadores de los Estados de vigilancia, entregando datos de los usuarios o apoyando el seguimiento de la ubicación con una mínima supervisión pública.

Cuando la identificación digital se convierte en una herramienta de control

A continuación nos centramos en los sistemas de identificación digital, un nodo central en esta creciente red de vigilancia. Aunque las identificaciones digitales se presentan a menudo como esenciales para la inclusión y el acceso a los servicios, en los países con una débil protección de datos corren el riesgo de convertirse en herramientas de exclusión y control.

Grace Mutung'u relató el estancamiento de la implantación de Huduma Namba en Kenia, donde la preocupación por la obligatoriedad del registro, la opacidad del intercambio de datos entre organismos y la falta de consentimiento público provocaron un amplio rechazo. Se ha propuesto una versión más reciente, Maisha Namba, que promete desarrollo local y ahorro de costes, aunque siguen sin respuesta cuestiones fundamentales: ¿Quién controla los datos? ¿Quién puede acceder a ellos? ¿Y en qué condiciones?

Uganda ofrece una visión cautelosa del futuro con la tercera fase de su programa Ciudades Inteligentes, por el que se están integrando cámaras de vigilancia, datos biométricos, reconocimiento de matrículas y registros de dinero móvil, creando una infraestructura de vigilancia ambiental impulsada por IA que está siempre activa.

El enfoque más prudente de Ghana, que incluía la inscripción voluntaria en DigitalID y cierta supervisión parlamentaria, contrasta con el anterior. Pero incluso con mejores salvaguardias, el consenso regional sobre normas de privacidad, protección jurídica y supervisión independiente sigue siendo difícil de alcanzar.

La cadena internacional de vigilancia

La infraestructura de vigilancia que está surgiendo en África no es sólo de cosecha propia; es importada, financiada y alimentada por actores internacionales. Gigantes tecnológicos chinos como Huawei y ZTE han construido plataformas de "ciudades seguras" en todo el continente. Empresas israelíes como NSO Group y Cellebrite han vendido herramientas de espionaje ahora implicadas en la persecución de activistas. Empresas estadounidenses y europeas, como Palantir, Honeywell y otras, están integradas en sistemas biométricos y programas de análisis de datos, desde controles fronterizos hasta registros de votantes.

Estos sistemas construidos en el extranjero, que a menudo eluden el debate público y la rendición de cuentas y se venden con el pretexto de la seguridad y la eficiencia, pueden reutilizarse para el control político con una rapidez escalofriante.

Política frente a práctica: Cerrar la brecha

África no carece de marcos progresistas de derechos digitales; carece de aplicación y de apropiación local. Como señaló Grace Mutung'u, las políticas a menudo parecen buenas sobre el papel, pero fracasan en la práctica porque el público no participa de manera significativa. Señaló el proyecto de ley keniano sobre inteligencia artificial y robótica como una oportunidad para trazar un nuevo rumbo. Al igual que M-Pesa antes que ella, África debe dar forma a las tecnologías emergentes de manera que se adapten a los contextos locales. Esto significa cultivar el talento nacional en IA, invertir en el procesamiento del lenguaje local y crear modelos que reflejen nuestras propias necesidades, en lugar de confiar únicamente en las soluciones universales de Silicon Valley.

Las leyes en torno a la privacidad de los datos, así como las tecnologías nuevas y emergentes, deben ser adaptables y, en consecuencia, la regulación de la IA, la protección de datos y los marcos de DigitalID deben reflejar las realidades sociales, políticas y económicas de los lugares donde se aplican.

Reescribir el contrato social digital

África se encuentra en una encrucijada digital; las mismas herramientas que prometen inclusión y eficiencia pueden afianzar el autoritarismo si no se controlan. Reimaginar el contrato social urbano en esta era digital significa construir sistemas basados en la rendición de cuentas, no en la coerción; en la inclusión, no en la extracción.

Esto empieza por negarse a cambiar las libertades individuales por la conectividad y, en su lugar, definir el futuro tecnológico africano en términos africanos, donde la agencia cívica dirija la agenda y se escuchen las voces locales en cada paso del proceso de elaboración de políticas. La vigilancia no debe ser el precio del servicio público, y la participación pública nunca debe requerir permiso.

Como dejó claro nuestro panel, el camino a seguir exige vigilancia, transparencia e imaginación colectiva. El futuro no depende solo de quién construye las herramientas, sino también de quién decide cómo se utilizan.

Lecciones del proyecto Edgelands Nairobi

Esta mesa redonda marcó la conclusión del proyecto Edgelands Nairobi, parte de la iniciativa más amplia Edgelands Global que explora la seguridad digital en entornos urbanos. Después de meses de dirigir el trabajo específico de cada país, este momento representa un deliberado paso atrás, un proceso que llamamos "popping down", para reflexionar y dejar espacio para lo que viene a continuación. Mientras concluimos nuestra estancia en Nairobi, llevamos adelante las ideas y las relaciones construidas a través de la investigación participativa sobre la vigilancia digital en las periferias urbanas de la ciudad. 

De este trabajo, el Proyecto Edgelands extrajo cinco conclusiones clave que darán forma a nuestras futuras colaboraciones y reflexiones:

  1. La investigación participativa y descentralizada como mecanismo de detección de riesgos


Una supervisión eficaz de la infraestructura de vigilancia requiere la integración de métodos de investigación participativos y dirigidos por la comunidad. Estos enfoques deliberativos son esenciales para identificar los daños latentes, cartografiar la experiencia vivida con la vigilancia y documentar los riesgos sociotécnicos emergentes que a menudo pasan desapercibidos en las evaluaciones centralizadas o tecnocráticas. Estas metodologías democratizan el proceso de producción de conocimientos y refuerzan el compromiso cívico en la gobernanza digital.

  1. Los marcos jurídicos y normativos deben tener en cuenta el contexto e integrarse localmente

La legislación que regula la identificación digital, la vigilancia y los sistemas de datos debe reflejar los contextos socioculturales, económicos y políticos en los que operan. La dependencia excesiva de marcos jurídicos prestados del exterior, a menudo modelados según paradigmas euroamericanos, corre el riesgo de desconectar la ley de la realidad vivida. En su lugar, el diseño normativo debe basarse en las tradiciones jurídicas autóctonas, las estructuras de gobierno comunitario y las normas localizadas para garantizar la legitimidad, la pertinencia y la aplicabilidad.

  1. El despliegue de la vigilancia varía según la ubicación y el nivel socioeconómico

La infraestructura de vigilancia no se aplica de manera uniforme. Los asentamientos informales y los barrios de bajos ingresos están desproporcionadamente sometidos a una vigilancia intrusiva, dirigida por el Estado, con una reciprocidad de servicios mínima. Por el contrario, las zonas urbanas acomodadas adoptan cada vez más sistemas de seguridad privados de alta resolución al servicio de intereses privados. Esta asimetría espacial y económica en el diseño y el acceso a la vigilancia profundiza la desigualdad estructural y reconfigura la seguridad pública en función de las clases sociales.

  1. Los sistemas de vigilancia deben analizarse contextualmente para comprender su impacto


Las tecnologías de vigilancia no operan en el vacío, sino que su impacto viene determinado por las condiciones tecnopolíticas locales, los legados históricos de control y la confianza institucional. La misma herramienta puede servir como mecanismo de seguridad en un contexto y como aparato represivo en otro. Por tanto, la formulación de políticas y el diseño de sistemas deben basarse en un análisis granular y sensible al contexto que tenga en cuenta la dinámica del poder, la capacidad cívica y la calidad de la gobernanza.

  1. La transparencia, la rendición de cuentas y la supervisión pública no son negociables


El despliegue ético de las tecnologías de vigilancia depende de la transparencia de los procedimientos y de la responsabilidad institucional. Esto incluye la divulgación clara de las prácticas de adquisición, las afiliaciones de los proveedores, las capacidades técnicas, los acuerdos de intercambio de datos y los mecanismos de supervisión. La participación pública debe integrarse en todo el ciclo de vida de los sistemas de vigilancia, desde el diseño hasta el despliegue y la evaluación, garantizando que existan sistemas de reparación y que los agentes estatales y corporativos sean responsables ante las comunidades afectadas y el público en general.

Esperamos que el proyecto Edgelands Nairobi siga vivo, impulsado por las conversaciones que ha iniciado, las colaboraciones que ha propiciado y la concienciación que ha suscitado. Puede consultar todos los resultados en nuestro informe sobre el proyecto en Nairobi.

Extendemos nuestro profundo agradecimiento a los ponentes Grace Mutung'u y Richard Ngamita por sus valiosas aportaciones, y a Cynthia Chepkemoi, investigadora asociada de Edgelands Nairobi, cuyas contribuciones y apoyo continuo han sido vitales para el éxito de este trabajo.

También estamos profundamente agradecidos a nuestros socios de toda África, cuya larga colaboración y compromiso han hecho posible este proyecto de investigación.