Medellín
23 de noviembre de 2021

Los jóvenes y el derecho a no cumplir

Santiago Uribe

El arte urbano a menudo pretende que los artefactos cuenten una historia, inspiren el diálogo y la interpretación y envíen un mensaje de resistencia que también sea visible en el espacio urbano.

Varios alumnos trabajan en un mural pintado con espray sobre seguridad.

Foto de Santiago Uribe

"Los pueblos donde la juventud no piensa, por miedo al error y a la duda, están destinados a ser colonias"- Fernando González

Por apatía, descontento o rebeldía, puede parecer que los jóvenes no están interesados ni comprometidos con el proceso democrático.

En Colombia, donde la abstención a la hora de votar supera el 50%, hay unos 12 millones de jóvenes entre 18 y 28 años con derecho a voto. No se trata de una fuerza electoral menor. Si todos los jóvenes habilitados para votar lo hicieran, llegarían a la presidencia, o al menos enviarían un importante mensaje de cambio. Sin embargo, según una encuesta realizada en 2018 (durante las últimas elecciones presidenciales) por el Barómetro de las Américas, se encontró que el 60% de los jóvenes no confía en las instituciones democráticas, el 70% de los jóvenes encuestados piensa que a los gobernantes no les importa lo que piensan; lo que demuestra que la comunicación entre gobernantes/representantes y jóvenes está fracturada. Menos del 10% confía en los partidos políticos. El sistema está roto; flaco favor se hace al problema definiendo su causa como apatía. El sistema ha fallado, los jóvenes claman por cambios que caen en saco roto.

Año tras año, los jóvenes ven cómo se reducen sus aspiraciones de acceder a una educación de calidad, a buenos empleos y a superar la violencia que aún oprime a sus comunidades, barrios y ciudades. Los jóvenes son sin duda un motor de cambio, capaces de sacudir los cimientos del poder; desde las revoluciones de la Primavera Árabe en 2015 hasta las manifestaciones sociales del Paro Nacional 2019-2020 en Colombia, la protesta social y los gritos de cambio fueron impulsados por los jóvenes.

Añadamos a este panorama una capa de complejidad, y es que los jóvenes de hoy han crecido en la era de Internet y las redes sociales. Su forma de ver el mundo es fundamentalmente distinta de la de sus padres. Sus habilidades para hacer uso de estas tecnologías y medios de comunicación les confieren una capacidad de movilización y organización que cualquier líder político envidiaría. Las movilizaciones y protestas se organizan a través de las redes sociales, pero los aparatos de inteligencia y vigilancia del Estado se han infiltrado en estas redes o las vigilan. Aunque persiguen un interés legítimo en mantener la seguridad, en ocasiones también han abusado de este poder de vigilancia, transformando Internet y las redes en otro espacio de tensión y resistencia. Estar informado, tener cuidado y reforzar la privacidad son también herramientas necesarias para navegar por el espacio digital y las redes que nos conectan y de las que nos beneficiamos. Es necesario saber que detrás, nuestros datos e información son recursos deseados. Además, la pandemia del Covid-19 puso en evidencia las brechas y desigualdades que existen en la cobertura y acceso a las tecnologías, a las computadoras, a una buena conexión a internet, afectando a los jóvenes e interrumpiendo sus estudios.

En Colombia se ha abierto un importante espacio de participación para los jóvenes de todo el país. El 28 de noviembre, jóvenes entre 14 y 28 años elegirán, por primera vez en la historia de Colombia, a los miembros de los Consejos Municipales de Juventud (CMJ). Los CMJ son un mecanismo de participación, consulta, vigilancia y control de la gestión pública y de interlocución entre los jóvenes y las instituciones políticas. Desde Edgelands queremos apoyar y destacar los espacios y mecanismos que empoderan a los jóvenes y les permiten ocupar espacios donde su voz es escuchada, su opinión es tenida en cuenta y se facilita el ejercicio de su ciudadanía.

Por eso, el 20 de noviembre acompañamos a la organización El Derecho a No Obedecer a un encuentro de reconocimiento entre candidatos con el CMJ. La conversación entre expertos, candidatos y jóvenes interesados giró en torno a la privacidad en internet, la utilidad de la información, la política y las campañas en las redes sociales y el papel de los jóvenes en el futuro de estas fuerzas transformadoras. Las ideas que surgieron en la conversación formaron luego parte de un mural co-creado con deúniticomo ejercicio de diálogo y visualización de estos temas y conversaciones. El arte urbano a menudo pretende que los artefactos cuenten una historia, inspiren el diálogo y la interpretación y envíen un mensaje de resistencia que también sea visible en el espacio urbano.

En una ciudad y un país donde los jóvenes se ven desproporcionadamente afectados por la violencia, el desempleo, la falta de acceso a la educación, y donde los bajos niveles de confianza plagan las instituciones políticas, está claro que el Contrato Social que nos une como ciudadanos bajo una identidad nacional y cultural tiene fallos críticos. Escuchar la voz de los jóvenes sobre lo que no funciona es clave para fortalecer ese tejido social y crear el espacio seguro donde sus voces puedan influir en el cambio y en el nuevo Contrato Social que tan desesperadamente necesitamos.