En las bulliciosas calles de Medellín (Colombia), un insólito guardián vigila a los viajeros: la imagen de la Virgen María esparcida por muchos de los transportes públicos de la ciudad.
En las bulliciosas calles de Medellín (Colombia), un insólito guardián vigila a los viajeros: la imagen de la Virgen María esparcida por muchos de los transportes públicos de la ciudad. En medio de un escenario de cámaras de vigilancia de alta tecnología, algunas operativas y otras no, Medellín presenta un fascinante caso de estudio sobre la naturaleza evolutiva de la seguridad urbana y la intrincada danza entre tecnología y tradición. A medida que profundizamos, se hace evidente que el enfoque de Medellín para mantener la paz es tan polifacético como la propia ciudad, mezclando sistemas digitales de vanguardia con mecanismos culturales de baja tecnología profundamente arraigados, como las imágenes de la Virgen María, para fomentar un entorno urbano más seguro.
La ciudad, antaño tristemente célebre por la violencia de las bandas, ha experimentado una notable transformación, convirtiéndose en una referencia mundial en materia de innovación y seguridad urbanas. Sin embargo, este cambio no es necesariamente atribuible a la proliferación generalizada de tecnologías de vigilancia digital. La imagen de la Virgen María es una reminiscencia de este esfuerzo coordinado: observando que los líderes de las bandas tenían respeto por una cosa, y sólo una cosa -sus madres-, los sociólogos propusieron que la imagen de la Virgen María podría funcionar como recordatorio de ese respeto para que estos hombres no cometieran delitos ante una presencia tan sagrada. La Virgen María les recordaba a sus "cuchas", una palabra local para referirse a sus madres, un testimonio del complejo tejido social de la ciudad, donde la cultura y la sociabilidad pueden disuadir de la delincuencia de formas que la tecnología no puede.
El Simposio de Medellín del Instituto Edgelands, de dos días de duración, puso de relieve esta y otras ideas, haciendo hincapié en la necesidad de crear un diálogo interdisciplinar diseñado intencionadamente para comprender y dar forma al contrato social urbano. Con la era digital marcando el comienzo de complejos retos sociales, el simposio sirvió como crisol de ideas, explorando cómo ciudades como Medellín (y otras) navegan por la intersección de la tecnología, la seguridad y los acuerdos colectivos.
Los debates, enriquecidos por las diversas perspectivas de investigadores y profesionales, pusieron de relieve un aspecto fundamental: la evolución de la narrativa de la seguridad urbana no puede ser monolítica. La crítica de Juan José Ocampo al despliegue desordenado de cámaras de vigilancia, las ideas de Juliana Zuluaga sobre el impacto relacionado con la transformación digital de la ciudad en un distrito de innovación y las observaciones de Danilo Deninotti sobre el impacto social de la vigilancia "cool" en Milán apuntan a una comprensión matizada de la seguridad urbana en Colombia y a escala internacional. El diálogo se extendió más allá de Medellín, fomentando una conversación global sobre el equilibrio entre la vigilancia tecnológica y la preservación de las libertades cívicas. Burcu Baykurt analizó los incentivos de las plataformas de gobierno electrónico para "ayudar a las ciudades a gestionar sus propios datos" y cómo esto puede alimentar una lógica de privatización pública. Por último, Dario Rodighiero compartió algunas incursiones metodológicas en la visualización de datos para mostrar la retórica en torno a la seguridad en las noticias del New York Times.
En nuestra búsqueda por aplicar los conceptos teóricos a la vida, nuestro viaje nos llevó al corazón de la infraestructura de seguridad de Medellín, al centro SIES-M (Sistema Integrado de Emergencias de Seguridad de Medellín). Allí, entre bastidores, nos entrevistamos con David Pérez y Alejandro Londoño, figuras fundamentales en la orquestación de las estrategias de seguridad de la ciudad. Nos desvelaron las capas de tecnología y conocimiento humano que forman la columna vertebral de las nuevas iniciativas de seguridad del alcalde Federico Gutiérrez. Esta exploración de primera mano del aparato de seguridad de Medellín ofreció una visión tangible del papel fundamental que desempeñan el discurso y los sistemas tecnológicos en la seguridad urbana, pero fueron las conversaciones de clausura del simposio las que ofrecieron una imagen más completa del enfoque de la ciudad respecto a la paz.
El Simposio de Medellín culminó con un enriquecedor diálogo con La Tejeduría, un proyecto innovador nacido de la investigación académica y convertido ahora en un faro de transformación social. Esta iniciativa defiende el poder de la conversación para reparar las fracturas sociales, fomentando un espacio en el que la vulnerabilidad se convierte en el puente que une a diversos segmentos de la comunidad. Escuchar a voces como la de Érika Castro, experta en derecho medioambiental que defiende a las comunidades marginadas, Deysi Flores, artista que transforma a los jóvenes de la Comuna 13 a través de las artes, y las ideas de Camilo Arango sobre la consolidación de la paz, puso de relieve una profunda verdad: la esencia de la seguridad trasciende el binario de tecnología frente a tradición. Facilitados por el rapero y cofundador del proyecto Aka, estos diálogos iluminaron la intrincada danza entre la identidad cultural y la seguridad urbana.
Estos diálogos entre investigadores y entre ciudades están sentando las bases de nuestro nuevo programa: el Diálogo Digital Interurbano. En torno a los temas de la soberanía digital, la inteligencia artificial y el servicio público, la transparencia y las responsabilidades de las partes interesadas, hemos llegado a lo que parecen ser puntos fundamentales de debate: la colaboración (o no colaboración) entre los agentes de seguridad públicos y privados, la participación de los civiles en el proceso de toma de decisiones relativas a la seguridad urbana, la sensación de seguridad en diferentes entornos y la importancia de considerar los factores íntimos cuando se trata de entornos urbanos. Al igual que la mirada protectora de las imágenes de la Virgen María repartidas por los transportes públicos de Medellín, la verdadera seguridad surge de un sentimiento compartido de pertenencia y de acuerdo mutuo.
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